Durante muchos años la violencia contra las mujeres fue considerada como un problema
estrictamente personal, una cuestión privada, que debía ser resuelta dentro del ámbito
familiar o de la pareja.
Afortunadamente hoy día esta percepción ha sido superada y nadie
cuestiona el carácter social de la violencia de género, un problema que tiene su origen en
un modelo de organización social y unos valores culturales, en cuyo mantenimiento la familia juega
un papel relevante.
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